20.1.15

The Quireboys en el Loco Club.

El concierto empezaría cuando el bar de la esquina se vaciase. La humedad de esta maldita ciudad escarcha las terrazas en esta época del año, pero eso no evita que un grupo de motivados seguidores (y seguidoras) se animasen antes de la actuación a golpe de cerveza.
De pronto una furgoneta saca de sus adentros a los Quireboys, tímidos, saludan y se preparan para la acción dirigiéndose parsimoniosos a la sala.
La gente se agolpa en el Loco en busca del calor y de la clásicas canciones de Hard-Rock de este grupo británico de la vieja escuela. El garito esta prácticamente lleno y me sorprende que desde el principio el público este pegado al escenario, como queriendo ver con los ojos (a esos ojos pintados) de cerca a la banda más que con los teléfonos móviles, no es que tenga nada en contra de hacer fotos o vídeos de la actuación, pero a veces la tecnología parece que mata la emoción del momento.

Comienza el show y Spike (un sobrio cruce entre Rod Steward y Jack Sparrow) y sus colegas se apoyan en el entusiasmo de sus fans para darlo todo (y darle a su estética un cierto toque latino, con un clavel rojo y una camisa a lunares). Y la acústica del local ayuda a redondear la experiencia. Teclado y batería navegaban felices entre las guitarras.
Para un neófito como yo, he de decir que el grupo suena muy bien, porque aparte de las modas musicales, y de que se les pueda achacar que se parecen a este grupo o a este otro, por el tipo de música que tocan, si no la sienten, si no se la creen, no te terminan de gustar, pero no fue el caso, transmiten calidad y experiencia.
Ya al final del concierto me permito reflexionar un poco sobre la actuación, así en global, así, con una cervecita fresca en la barra.
La secuencia de canciones estuvo muy bien organizada, con un inicio optimista, una continuidad de baladas y canciones más duras creando varios clímax bien estructurados y por la reacción de la gente, una selección bastante acertada entre los clásicos y los temas de sus últimos discos.
No les mentiré, me guié por las reacciones de los seguidores y por lo que pude ver, se quedaron muy satisfechos, más de una hora y algo de concierto y un final con dos bises donde se presentaron al público (como si no los conocieran), en una "sex party" que los reconciliaba un poco entre ellos, porque si que se notaba que entre ellos tenían ganas de que esa andadura saliera bien.
Al final, neófitos, puretas, grupies, parejas y rockeros y socios esbozaban una sonrisa de entusiasmo saboreando el sonido de un rock clásico, como quien ha degustado un plato (no por conocido, típico) bien cocinado y presentado. Los Quireboys son una apuesta segura y lo volvieron a demostrar en Valencia.